El encuentro con Laura Castañón, la autora de La noche que no paró de llover, fue una delicia, no solo por la tarta de chocolate, el bizcocho, los bombones y demás exquisiteces que se pusieron encima de la mesa para acompañar la charla, sino porque Laura siempre consigue crear un ambiente realmente agradable que invita a la conversación.
Esa tarde pudimos estar casi todo el grupo, y aprovechamos para preguntarle muchas cosas, no solo sobre la obra sino también sobre el proceso de creación.
Laura nos contó que tardó algo más de dos años en escribir la novela, aunque durante ese tiempo tuvo algunos parones; y que la obra fue fruto del insomnio y sus efectos perniciosos. La reflexión sobre un detalle una madrugada fue el germen de todo, a partir del cual surgió la historia. Posteriormente vino un trabajo de documentación sobre las circunstancias generales de la época en la que iba a situar a sus personajes, que se completó con otras investigaciones puntuales a medida que escribía. Y nos surgió la pregunta: «¿Sueñas con la novela y sus personajes mientras la escribes? No sueñas -nos comentó- vives con ella, forma parte de tu vida».
Del estilo de la novela, le dijimos, nos llamaron mucho la atención los tachones del diario de Emma, que creemos que aportan frescura a la narración, junto a esas frases largas, a veces muy largas, propias de este personaje.
La historia se construye a partir de varias voces que se van alternando en cada capítulo, y le preguntamos si esa forma de escribir le resultaba fácil o por el contrario había supuesto un reto para ella. Laura nos comentó que este estilo de escritura le gustaba y le era más cómodo que otros en los que la narración proviene de un solo punto de vista.
Con respecto a los personajes, no cabe duda de que La noche que no paró de llover es una novela de mujeres y para mujeres, aunque parece que esa no fue su primera intención. Que los protagonistas principales sean femeninos es fruto de la historia que quería contar. En la novela se narran vidas reales de mujeres reales con problemas reales: las protagonistas son cuidadoras, madres, parejas… que han pasado momentos muy duros y también mucho dolor. Son tan reales que algunas de nosotras le pusimos cara a Valeria y llegamos a identificarla con algún habitante de nuestra ciudad.
Valeria es un personaje muy interesante, con muchos matices. Al inicio de la novela resulta odioso. Es dura, orgullosa, clasista, estricta, sin debilidades, pero a medida que avanza la novela sufrimos un proceso de empatía hacia ella, pues vamos comprendiendo las razones que la han hecho ser así.
Como contrapunto, Emma, es la más amable, la más fresca de las figuras femeninas, la que aporta oxígeno a la historia; mientras que Laia, su pareja, aparece deliberadamente oscura. Es un personaje que escucha más que habla. Entre ambas se ha establecido una relación desigual y es Emma la que la mantiene con su transparencia y cordura, y su capacidad de entrega absoluta.
Son muchos los temas que se tratan en la novela: la felicidad o ausencia de ella, encarnada en el personaje de Feli, la homosexualidad, las drogas, el amor, la dependencia emocional…, pero el mal es sin duda el tema principal. Aparece de distintas formas, y es el que provoca la culpa que arrastran los personajes. Hay un mal consciente, intencionado, el que motiva la muerte de Onel; un mal ficticio que se que cree haber producido, el relacionado con el sobrino de Valeria, y un mal inconsciente, el sufrido por el padre de Feli, que ni siquiera es conocido por quien lo provocó. La obra es una reflexión sobre esos males, pero también sobre la culpa y el perdón, que viene de la mano del amor, un sentimiento que en ocasiones provoca dependencias emocionales.
Otros temas interesantes son la música, siempre presente; los sueños, que parecen tener un hilo conductor si se leen seguidos, y Gijón. La ciudad es protagonista indiscutible de la obra: sus calles, sus edificios, sus negocios son reconocibles por quienes vivimos en ella, incluso muchos de los personajes secundarios son personas reales cercanas a la autora.
Y con ello llegamos al final de la tarde y del encuentro. Y le pedimos a Laura que posara con nosotros para una foto de grupo, en la que también estuvo Susana desde Barcelona, cómo no, a través de Skipe.
Ahora ya solo nos queda hacer una ruta por Gijón siguiendo La noche que no paró de llover.
Nos vemos en La Plazuela.